No son deportistas, son supervivientes de las políticas migratorias |
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Todas las miradas se dirigen a París.
Comenzaron los Juegos Olímpicos y millones de personas vibran cada día con las gestas de las y los mejores deportistas del planeta. Sin embargo, quienes superan las pruebas más duras del mundo no son deportistas, son supervivientes.
Personas que tienen que hacer una maratón cada día, durante semanas, cruzando desiertos, montañas y ríos; que, en vez de salto de altura, tienen que saltar una valla de 10 metros llenas de concertinas porque es la única manera de pedir refugio; o quienes acaban nadando en aguas abiertas después de días sin comer ni beber.
La falta de vías legales y seguras para solicitar asilo obliga a miles de personas a jugarse la vida en las pruebas de obstáculos a las que les somete Europa para darles protección.
No es cada cuatro años, como los Juegos, y el premio no es una medalla. Cada día hay personas que tienen que afrontar estas barreras y el único premio que esperan es poder seguir a salvo. Aunque, desgraciadamente, muchas de ellas no lo consiguen.
En lo que llevamos de año, al menos 1.367 personas han muerto intentando llegar por mar a costas europeas porque pedir asilo en la Unión Europa se ha convertido en una hazaña. Así que ya es hora de que las proezas sean cosa de deportistas.
Buscar refugio no puede ser una competición a vida o muerte.
Por eso, en CEAR vamos a seguir luchando para cambiar las reglas y para que quienes necesitan protección no tengan que superar pruebas inhumanas en las que pueden perder la vida. |
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Ayúdanos a seguir defendiendo los derechos de las personas refugiadas. |
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