No es casualidad.
Estamos viviendo horrorizados la ola de violencia xenófoba que se ha desatado en el Reino Unido, pero no es casualidad. Es la peligrosa demostración de que la amplificación de la desinformación fomenta la escalada del odio y de que esa es la auténtica amenaza que sufren las sociedades actuales.
Han incendiado un hotel en el que se alojaban solicitantes de asilo, hay cacerías contra personas negras y racializadas, como si del Ku Klux Klan se tratara, pintadas en sus casas, negocios destrozados y un sinfín de ataques contra personas por su color de piel o por su origen étnico.
La deriva racista e islamófoba que se está viviendo en muchos países de Europa en los últimos años tiene su base en estereotipos y prejuicios que los discursos de odio van alimentando con bulos y desinformación. Cada vez tienen más presencia en redes y en medios, y cada vez va calando más tanto a nivel social como a nivel institucional.
Solo así se entiende la cárcel flotante que el Gobierno británico inauguró justo hace un año, encerrando en un barco a personas migrantes. O que firmaran un acuerdo para enviar solicitantes de asilo a Ruanda, como Italia lo ha firmado para enviarlas a Albania.
Lo que hace unos años era impensable en la Europa defensora de los derechos humanos, hoy se ha normalizado. Por eso, el odio hay que cortarlo desde la base.
Y en CEAR llevamos años alertando sobre la necesidad de aprobar un Pacto social y político contra los discursos de odio. Porque es urgente frenar esa escalada, combatir el racismo y la discriminación, y seguir luchando para construir una sociedad más inclusiva con las personas migrantes. |
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