Tras casi seis meses de bombardeos, la población desplazada en Gaza, que huyó buscando salvar su vida y la de sus familias, vive hacinada en campamentos bajo unas condiciones terribles que disparan el riesgo de propagación de enfermedades.
Las familias llevan meses bebiendo agua contaminada y pasando días sin comer. Están falleciendo menores por desnutrición aguda severa y la ONU ya ha advertido que la hambruna es inminente.
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