lunes, 13 de abril de 2009

EL SÍNDROME DE ULISES

Aquí les dejo un artículo interesante de doña María Vittoria Carlin, psiquiatra y voluntaria de Médicos del Mundo Aragón. Es un artículo de la ONG Médicos del Mundo del 11 de diciembre de 2008, pero no por ello deja de ser interesante leerlo.


En algunos casos la odisea comienza en el mismo momento en que se planea la migración (deudas contraídas para costear el viaje, peregrinación hasta la zona de embarque, etc.) y continúa con el mismo viaje en ocasiones peligroso y en circunstancias a veces infrahumanas. Además, en ocasiones, en el momento de la llegada, la situación es crítica incluso para obtener acceso a necesidades tan básicas como comida y vivienda. Por esa razón hay personas que comienzan a experimentar sentimientos de frustración y soledad.
Un sin fin de obstáculos hacen que las expectativas de conseguir una mejor calidad de vida en el país de acogida (frecuentemente idealizado y visto como la “tierra prometida”) choquen con una realidad muy diferente a lo esperado. Por suerte, no es la situación que viven todos los inmigrantes, pero por desgracia, sí que cada día aumenta el número de personas que emigra en condiciones extremas y que tienen que enfrentarse a un estrés psicosocial tan intenso que supera la normal y fisiológica capacidad de adaptación del ser humano.

Las dificultades del proceso migratorio pueden llegar a producir un conjunto de síntomas de naturaleza física y psíquica que en el año 2002 han sido definidos por el psiquiatra Jose Achotegui como Síndrome del Inmigrante con Estrés Crónico y Múltiple, también conocido como Síndrome de Ulises. El paralelismo con el héroe griego se debe al hecho de que éste, pese a ser un semidiós, a duras penas sobrevivió a las adversidades y peligros a los que se vio sometido estando lejos de sus seres queridos, mientras que estas personas de carne y hueso viven situaciones incluso más dramáticas de las descritas en la Odisea.
Los síntomas que con más frecuencia aparecen son en el área de la depresión y de la ansiedad (tristeza, llanto, culpa, tensión, irritabilidad e insomnio) pero también en el área somática (cefalea, fatigas, molestias gastrointestinales…) y pueden presentarse aislados o juntos y con diferentes grados de intensidad, condicionando la evolución del cuadro hacia la recuperación o el empeoramiento si no se tratan a tiempo. Se puede afirmar que estos síntomas se manifiestan como consecuencia de los múltiples duelos y estresores a los que se ven sometidos estos inmigrantes.
Los duelos son reacciones a pérdidas significativas y se producen en casi todos los procesos migratorios, pero en algunos casos se complican debido a la multiplicidad e intensidad: estas personas tienen que convivir con el peso de haber dejado sus seres queridos en países lejanos, a veces estando muchos meses sin poder comunicar con ellos y sin tener posibilidades de enviarles dinero, no pueden contar con una red social de apoyo, a veces no pueden ni siquiera expresarse porque no conocen el idioma del país de acogida, pierden el rol social que tenían anteriormente y se alejan de sus sistemas de valores y costumbres, dejan tierras con paisajes y climas completamente diferentes.
A todo esto se suman estresores como la soledad forzada, el sentimiento de desesperanza por el fracaso del proyecto migratorio y la lucha diaria por la supervivencia: se tienen que enfrentar a riesgos físicos (dormir en la calle, con el frío...) y a veces su situación de irregularidad legal les hace vivir con una tensión constante y con el miedo de ser expulsados. Desafortunadamente en ocasiones se añaden también discriminaciones cuando no actitudes racistas.
La importancia de conocer esta problemática radica en la necesidad de actuaciones precoces dirigidas a la prevención: este síndrome no es una patología, es un conjunto de síntomas que van poco a poco empeorando si no se modifican las condiciones estresantes pudiendo llegar a convertirse en una enfermedad mental.
Sin un adecuado enfoque, el riesgo es la patologización de un problema humanitario o incluso un diagnostico equivocado con consecuente hipertratamiento del mismo.
Es clave que el profesional socio sanitario que se encuentre frente a este tipo de personas inmigrantes les pueda ofrecer una buena orientación y acogida: se tienen que considerar las dificultades a las que se enfrentan estos individuos en su totalidad.

Es necesaria una actuación multidisciplinar que va desde la orientación social en recursos (vivienda, “papeles”, cursos de idioma,...) hasta el tratamiento médico si es preciso, pasando por una fundamental labor de apoyo psicosocial y de psicoeducación para que la persona recobre confianza y siga hacia delante.
En muchas ocasiones si se cubren las necesidades básicas y se desbloquea este proceso “atascado” los síntomas desaparecen y la gente vuelve a poder seguir en su camino con éxito.

Nuestra intervención en Aragón
En el año 2006 el equipo de salud mental de Médicos del Mundo Aragón inició un proyecto centrado en trabajar las consecuencias negativas que puede tener el proceso migratorio para la salud mental. Este enfoque vino precedido de inquietudes expresadas por médicos de familia en las que nos comentaban cómo veían pasar por sus consultas personas inmigrantes con síntomas psicosomáticos que podían expresar alguna forma de malestar más profundo.
Atendemos a personas inmigrantes de manera individualizada. Estas personas llegan a Médicos del Mundo derivadas desde muy diferentes recursos, tanto sanitarios como sociales, de la ciudad de Zaragoza e incluso de la provincia. En la consulta presentan muchas veces las mismas características: situación irregular, carencia de tarjeta sanitaria, sin trabajo, algunos tienen un lugar donde dormir y otros no; pero también llegan personas con papeles, que no consiguen un trabajo y eso les dificulta su renovación o la tramitación de la reagrupación familiar. Todos ellos presentan diferentes síntomas relacionados con las dificultades que están atravesando dentro de su proceso migratorio.
La atención que el equipo presta a estas personas es psicosocial, a veces es necesaria la intervención de la psiquiatra, otras del psicólogo y otras de la trabajadora social; esta atención siempre es preventiva, se intenta ayudar a que la persona no cronifique estos síntomas y termine desarrollando una enfermedad mental, como algunos de los casos que hemos visto, brote psicóticos, por ejemplo.
También intervenimos de manera grupal, a través de talleres donde se trabajan habilidades sociales, técnicas para manejar la ansiedad, el miedo, higiene del sueño, información y orientación sobre recursos,… Son herramientas para elaborar el duelo migratorio y que desbloqueen a la persona y le ayuden a seguir hacia delante. Estos talleres se llevan a cabo en las propias asociaciones de inmigrantes.
El equipo está formado por una psiquiatra, tres residentes de psiquiatría, un psicólogo y tres enfermeras, dos de ellas especializadas en salud mental; el equipo es voluntario y está apoyado por una trabajadora social y una educadora.
En Médicos del Mundo Aragón estamos convencidos de la importancia que tiene trabajar la prevención de las consecuencias que, para la salud mental, tiene el proceso migratorio, principalmente cuando se realiza en condiciones extremas, por ello también trabajamos en la sensibilización y formación de profesionales que atienden a población inmigrante.

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