jueves, 12 de agosto de 2021

Las 10 leyendas japonesas más interesantes

 

La cultura de Japón contiene muchos mitos e historias que tratan de describir la moral y el mundo.

A lo largo del mundo existen una gran cantidad de mitos y tradiciones, procedentes de la amplia diversidad de culturas que han habido (y siguen habiendo) a lo largo de la historia. Una de las mitologías que más suele fascinar al mundo occidental es la japonesa, la cual genera gran interés y se ha ido popularizando a lo largo del tiempo.

Son múltiples los mitos y leyendas japonesas a través de las cuales los antiguos pobladores de la isla intentaban dar una explicación al mundo que les rodeaba, y que siguen siendo objeto de inspiración para múltiples escritores y artistas.

Es por ello que a lo largo de este artículo vamos a hacer una breve recolección de diez leyendas japonesas, cortas o más complejas, prueba de la riqueza cultural de esta región de Asia. Estas nos permiten ver la perspectiva tradicional del pueblo nipón respecto a temas temas tan diversos como el amor o el origen de elementos de la naturaleza o la geografía de su territorio.

Una selección de las leyendas japonesas más populares

A continuación os dejamos con una breve recolección de diez leyendas japonesas altamente conocidas y relevantes, que nos explican desde el folclore nipón el porqué de la existencia de elementos de la naturaleza o historias de amor o terror en base a dioses, criaturas y espíritus propios de su mitología.

1. El cortador de bambú y la princesa de la Luna

Una de las figuras mitológicas más conocidas de japón es la Kaguya-hime, sobre la cual existen numerosas leyendas. Entre ellas podemos observar cómo algunas de sus leyendas hacen referencia a algunos de los elementos geográficos más relevantes de la isla, como el monte Fuji. Una de ellas es la siguiente, que además incorpora referencias al porqué de la neblina que recubre dicho monte (en realidad un volcán que aún manifiesta cierta actividad).

Según la leyenda hubo una vez una humilde pareja de ancianos que nunca había podido tener hijos pese a desearlo profundamente. Para vivir, la pareja dependía de la recolección de bambú y de su uso para elaborar diferentes artículos. Una noche, el anciano se internó en el bosque para cortar y recoger bambú, pero de repente se dió cuenta de que una de las muestras que había cortado brillaba a la luz de la Luna. Tras examinar el tallo, encontró dentro de él a una pequeña niña, de pocos centímetros de tamaño.

Dado que su mujer y él nunca habían podido tener hijos, el hombre la llevó a su hogar, donde la pareja le daría el nombre de Kaguya y decidiría criarla como a su hija. Además de ello, la rama de la cual había salido la niña empezó con el tiempo a generar oro y piedras preciosas, haciendo rica a la familia.

La niña fue creciendo con el paso del tiempo, convirtiéndose en una hermosa mujer. Su belleza sería tal que empezaría a tener numerosos pretendientes, pero ella se negó a casarse con ninguno. Las noticias sobre su belleza llegaron a oídos del emperador, quien intrigado solicitó que acudiera a su presencia, a lo que Kaguya-hime se negó. Ante la negativa el emperador acudiría en persona a visitarla, cayendo rápidamente enamorado de ella y pretendiendo llevarla con él a su castillo, a lo que la joven también se negaría. A partir de entonces el emperador seguiría manteniendo la comunicación con Kaguya-hime a través de numerosas cartas.

Un día, la joven habló con su padre adoptivo sobre el porqué de sus negativas, así como el motivo por el que cada noche pasaba las horas mirando al cielo: ella provenía de la Luna, su hogar, de la cual era princesa y a la cual estaba destinada a volver en poco tiempo. Angustiados, los padres se lo comunicaron al emperador, el cual envió guardias para intentar evitar que la mujer fuera devuelta a la Luna.

Pese a las medidas de seguridad, una noche de luna llena una nube descendió desde la Luna con intención de llevársela. Antes de partir de nuevo a su hogar natal, sin embargo, Kaguya-hime se despidió de sus padres y dejó atrás una carta de amor para el emperador, junto con una botella en la que le dejaba al segundo el elixir de la vida eterna. La carta y la botella le fueron entregados al emperador, quien decidió llevarlos a la montaña más alta y crear una hoguera. Allí, una vez salió la Luna, el emperador arrojó la carta y el elixir al fuego, generando un humo que ascendería hacia el lugar donde había partido su amada. Ese monte es el monte Fuji-yama, y aún hoy en día podemos ver en su cima el humo procedente de la hoguera del emperador.

Información obtenida de https://psicologiaymente.com/cultura/leyendas-japonesas

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