Ayer llegué al 4to piso, oficialmente cuarentona. Recibí un montón de mensajes con deseos hermosísimos. Estuve reflexionando un poco, pensando en esos deseos que uno suele pedir al apagar la vela cada cumpleaños.
Yo tengo mucho por agradecer y lo hago a diario, la verdad. Festejar lo hago todos los días porque simplemente cada amanecer y anochecer son oportunidades cargadas de aprendizajes, retos y experiencias increíbles.
Mi mente se fue recordando un montón de medallas y reconocimientos adquiridos a lo largo de mi carrera en la Marina, la cual comenzó desde muy niña, fue lo que estudié toda mi vida después de salir de un colegio de monjas.
Salí del país por enfermedad y no valió títulos. Medallas y reconocimientos engavetados. Mis años más fértiles, por así decirlo, se fueron en enfermedad, desde los 26 años de edad, ya son 40 y voy contando.
Estoy muy recuperada y me está tocando salir al ruedo de nuevo desde aquel entonces.
Me está costando un montón. Ya mis capacidades no son iguales, son diferentes. El nivel de aguante es menor, he tenido que aprender otras destrezas, diferentes a las que me dediqué desde niña.
Después de 3 años, apenas es que estoy cultivando nuevas amistades que, por cierto, no tienen idea de lo difícil que esta siendo para mí este proceso. Lo complicado que me resulta negarme a un compartir con ellos en algún momento porque debo ir al hospital, no me siento bien, no tengo dinero o simplemente mi cuerpo no aguanta sus ritmos, cosas del proceso…
De cada uno disfruto al máximo, hasta del que comparto menos. Me agradan sus ocurrencias, lo creativos que son, aprendo un montón y lo más importante es que me nutro de sus buenas vibras y es con lo que me quedo.
Me pregunté por ese deseo de cumpleaños. La verdad no pido más años de vida, aunque si me los da, que sean saludables completamente. No pido fortuna material, que si me la da sea suficiente para vivir tranquila y sin preocupación para cubrir las necesidades básicas mías y de mi familia.
Que sí pido? Pido personas honestas y buenas en lo que me queda de camino, experiencias bellas, conservar la paz que tengo ahora, discernimiento para ver lo más sublime en todo momento y tomar buenas decisiones. Pido volver a abrazar a mi familia en bienestar y salud plena de todos y no porque tenga que verles morir o cuidar por enfermedad.
Llegué a los 40 años, celebro la vida no en fiesta, la celebro con el reconocimiento de lo aprendido hasta ahora, agradeciendo tales lecciones y abierta a recibir las que vienen porque soy una eterna aprendiz.
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