Mutilación genital, violencia machista, agresiones contra mujeres trans, matrimonios forzados o trata con fines de explotación sexual. Son muchas las amenazas que sufren las mujeres y son muchas las causas de persecución que les afectan especialmente por el hecho de serlo. Y por si esto fuera poco, cuando consiguen huir, el propio proceso migratorio les sitúa en situaciones de extrema vulnerabilidad para sufrir violencia sexual y de género.
Igualmente ocurre en situaciones de conflicto, como ha ocurrido en Ucrania, donde la violencia sexual contra las mujeres es utilizada como arma de guerra. O en Honduras, el país con la mayor tasa de feminicidios del mundo, del que tienen que huir muchas mujeres, especialmente aquellas con liderazgo en sus comunidades que viven gravemente amenazadas.
También lo están en Afganistán, donde el régimen talibán ha implantado medidas como la prohibición de estudiar o trabajar fuera del hogar a mujeres y niñas, poniendo en grave peligro su salud y atentando contra su libertad, vida y dignidad. O en Irán, donde la muerte de Masha Amini a manos de la Policía de la Moral por no llevar correctamente el velo ha desencadenado una ola de protestas reivindicando el fin de la opresión contra las mujeres.
Y el pasado año, el porcentaje de mujeres que buscaron protección en España aumentó un 10% con respecto al año anterior, una muestra más del retroceso en los derechos que sufren las mujeres. Porque aunque siga siendo una realidad invisibilizada, desde CEAR seguiremos luchando para que todas las mujeres forzadas a huir tengan protección. Ni una mujer sin refugio. Ni una mujer sin derecho a vivir en paz. |
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