Te voy a contar la historia de Bintou, porque merece la pena que la conozcas.
Su vida ha sido dura y ella lo sabe. Siendo muy joven sufrió una violación de la que se quedó embarazada. "Cuando la bebé cumplió cuatro meses, me obligaron a casarme", explica, y en ese matrimonio forzado sufrió violencia machista por parte de su marido.
Bintou intentó volver a casa, pero su padre le decía que tenía que volver con ese hombre. "Si me pegaba, me iba al mercado y dormía allí. Iba a la estación y dormía allí con mi hija", cuenta. Su tía la acogió un tiempo en otra ciudad, aunque le dijo que allí no podía quedarse. "Me quedé hasta que creció un poco, entonces mi madre se la llevó".
En ese momento se fue a otra ciudad, antes de pensar en ir a Europa desde Marruecos. "Cuando llegué a Marruecos la vida no fue fácil, nada fácil... nada fácil", comenta, mientras habla de racismo, de la violencia policial, de que les tiraran piedras por la calle o de que muchas mujeres venden su cuerpo para subsistir.
La primera vez que iba a viajar tuvo una corazonada: "Algo me dijo que no viajara. Mi corazón me decía que no fuera, así que no fui". Era un 3 de enero y en aquel viaje no hubo supervivientes. Sin embargo, a pesar del miedo, tenía que viajar para no perder el dinero, así que finalmente se subió en una zodiac con otras 56 personas.
Se acuerda de las fuertes olas, el naufragio, la gente en el mar y pidiendo ayuda. "Si me dan mil millones por cruzar el mar otra vez, prefiero morir", sentencia. Y, tras casi toda una vida huyendo, al llegar a Gran Canaria fue diferente: "Todo el mundo se portó bien con nosotros. Vinieron a acogernos como si fuéramos sus hijos", afirma agradecida.
Desde Canarias pasó a un centro de CEAR en Cádiz y ahora vive en Murcia, donde espera una resolución favorable de su petición de asilo para poder vivir al fin en paz. "Mi vida no ha sido fácil, pero con valentía todo saldrá bien". |
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