No obstante, con el avance del dominio talibán este verano, Sharifeh ha sido un cúmulo de sensaciones. Preocupación por la situación en Afganistán, incertidumbre por no saber cómo estarían sus familiares y seres queridos, y también orgullo por ser la traductora en el aeropuerto de Torrejón, al que llegaban las personas afganas evacuadas. De sentirse sorda y que no podía hablar, a ser la primera voz de la acogida, la de la bienvenida a quienes vienen con los mismos miedos con los que ella llegó hace once años.
Revisaba el listado de cada avión... hasta que por fin se reencontró con sus padres y sus hermanos: "Cuando me encontré con mi familia, pensaba que estaba soñando". Desgraciadamente, esa alegría no es completa por el temor que siente por quienes no han podido salir. Por eso en CEAR reclamamos una #SalidaSeguraDeAfganistán. |
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