A menudo decimos que el tiempo pasa demasiado deprisa.
En Siria, millones de personas no piensan lo mismo. Se cumplen 13 años ya de violencia continuada, destrucción, desplazamientos… que hacen que su día a día sea eterno. Y, a las consecuencias de la guerra, se suman, además, las del terremoto del año pasado.
La situación es extremadamente grave. Niños y niñas, mujeres, personas ancianas y enfermas… resisten con acceso muy limitado a alimentos, con condiciones de higiene pésimas y un sistema de salud precario: solo la mitad de los hospitales y centros de atención primaria funcionan a pleno rendimiento y pagar una consulta médica es impensable.
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