¿Sabías que la violencia no solo destruye hogares, sino también la calma y la confianza de las personas?
Cuando la vida se llena de miedo, pérdida o desplazamiento, no solo se pone en riesgo el cuerpo. También se quiebra algo más profundo: la manera en que las personas se ven a sí mismas y al mundo que las rodea.
En lugares como Ucrania, miles de personas viven con el sistema nervioso en alerta constante. Aunque algunos hogares se reconstruyen, la sensación de inseguridad no desaparece. La posibilidad de perderlo todo otra vez impide confiar en el futuro.
Y no es solo una herida del presente.
La salud mental también tiene una historia.
Los duelos no siempre son por la muerte de alguien; también son por la pérdida de un territorio, de un proyecto de vida, de la estabilidad. Ese dolor se hereda, pasa de generación en generación y deja huellas en cómo las comunidades imaginan su futuro.
En Palestina, por ejemplo, los bombardeos en Gaza o las restricciones en Cisjordania no solo destruyen casas. Entran en la vida íntima de las personas, en su identidad, en su manera de entender quiénes son. Vivir con la amenaza constante de perderlo todo significa que nunca hay verdadera calma.
La salud mental también es una víctima de la guerra. Y sanar esas heridas invisibles lleva tiempo, cuidado y acompañamiento.
Desde Médicos del Mundo trabajamos para que esas personas no estén solas.
Porque reconstruir una vida también significa recuperar la calma, la confianza y la esperanza.
¿Nos ayudas a hacerlo posible?
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