En una escuela de Sudán del Sur, un grupo de niñas se sienta en sus pupitres de madera, rodeadas de folios y lápices de colores. La psicóloga les pide que dibujen “qué significa ser niña”. Entre trazos tímidos, una niña dibuja una boda: una novia diminuta —“mi mejor amiga”, se lee en una esquina— junto a un hombre mayor que la sujeta del brazo. El dibujo hablaba por sí solo: hay cosas que ninguna niña debería tener que dibujar. Cada año, 12 millones de niñas son obligadas a casarse antes de cumplir los 18 años. Hoy, más de 640 millones de mujeres en el mundo fueron casadas siendo niñas. Las consecuencias son devastadoras: abandono escolar, embarazos precoces y complicaciones de salud, que siguen siendo la principal causa de muerte entre adolescentes de 15 a 19 años en países de ingresos bajos y medios. Por ejemplo, en Guatemala, en 2022, se registraron 3.463 partos en niñas de entre 10 y 14 años, la mayoría resultado de violaciones. A nivel global, 9 de los 10 países con las tasas más altas de matrimonio infantil forzado están viviendo una crisis humanitaria. En contextos de guerra, desplazamiento o pobreza extrema, muchas familias recurren a esta práctica como una estrategia de supervivencia: una dote a cambio de la hija, una boda que promete “protegerla” de la violencia o del hambre. Pero el matrimonio infantil forzado, que Naciones Unidas y el Convenio de Estambul reconocen como una forma de violencia de género, no ofrece seguridad, sino silencio, aislamiento y abuso. Sin embargo, a pesar de este consenso internacional, al ritmo actual, necesitaríamos 300 años para eliminarlo. “Al llegar a sexto, dejamos de verlas” Issa tiene 18 años y vive en Mongo, Chad. Ella sabe bien lo que significa perder a sus amigas por culpa del matrimonio infantil forzado: “En primero puede haber 15 niñas, pero solo dos llegan a sexto. Las demás desaparecen. A algunas las casan, a otras las obligan a quedarse en casa. Una de ellas se casó a los 14 y fue madre a los 15. El parto fue muy difícil para ella” El matrimonio infantil forzado sigue siendo una de las violencias más invisibles y normalizadas del mundo. Por eso, hoy, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, desde Entreculturas, a través de nuestro programa La LUZ de las NIÑAS reivindicamos la proclamación de un Día Internacional para la Erradicación del Matrimonio Infantil, Precoz y Forzado. Queremos poner este tema en la agenda política, movilizar recursos y exigir rendición de cuentas para que ninguna niña más tenga que sufrir esta violencia. Con la inversión adecuada, el cambio es posible: según el Fondo de Población de las Naciones Unidas, acabar con esta práctica en los 68 países que concentran el 90 % de los casos, costaría 35.000 millones de dólares hasta 2030, unos 600 dólares por cada niña liberada del matrimonio. La educación es su refugio El derecho a la educación es clave para acabar con el matrimonio infantil forzado. Según datos de Naciones Unidas, dos de cada tres matrimonios infantiles se podrían evitar si todas las niñas completaran la educación secundaria, llegando a reducirse un 80 % si continuaran hasta la educación superior. Sin embargo, hoy en día, el 90 % de las niñas casadas está fuera de la escuela. A través de nuestro programa La LUZ de las NIÑAS, trabajamos en la sensibilización y el acompañamiento dentro y fuera de las aulas para que las niñas puedan permanecer en la escuela, recibir apoyo psicosocial y fortalecer su autoestima. La escuela no es solo un lugar de aprendizaje, es también un refugio, un espacio donde las niñas pueden construir redes, encontrar apoyos y reconocerse entre iguales. Ayúdanos a que ninguna niña tenga que volver a dibujar su boda. Ni la suya, ni la de su mejor amiga. Más información |
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