El arbusto misterioso
Amanda Rodríguez Ortega
Amanda Rodríguez Ortega
Cuentan los viejos de mi pueblo que hace muchos, muchos años existía en las afueras de el pueblo un pequeño y frondoso bosque con árboles milenarios que tenían unas formas muy extrañas .
Decía la gente que cuando llegaba el invierno parecía que lloraban y se lamentaban del frío. En cambio, cuando les acompañaba la primavera creían oír risas y música muy alegre. Ante tanto misterio los mayores advertían a los más pequeños de que no debían acercarse al bosque bajo ningún concepto por si habitaba en él seres mágicos y pudieran hechizarlos.
Pero un día de primavera soleado dos pequeños amigos llamados Héctor y Víctor. Muy cerca de los arbustos jugaban a la pelota. Cuando de repente Víctor le dio un pelotazo al balón y cayó justo detrás del árbol más viejo y grande. Su tronco era muy ancho y tenía un hueco que desde cierta distancia parecía una puerta.
Sin pensarlo dos veces los dos corrieron en busca de su pelota, pero la curiosidad pudo con ellos y se arrojaron por el hueco para ver si había algo extraño en el interior del tronco del misterioso árbol, pero sin saberlo cayeron en picado por un precipicio hasta llegar a una especie de cocina en la que había unas personitas mayores muy frágiles y pequeñas preparando maderas mágicas. Esos seres bondadosos les regalaron una pelota de madera mágica que botaba increíblemente. Podían saltar hasta alturas inimaginables y adquirir diversas formas.
A partir de ese momento iban a ayudar a los enanitos a fabricar madera mágica que producía en la mente de las personas una extraña sensación de respeto hacia la naturaleza.
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