El responsable de velar por los derechos humanos en el mundo observa que es “un país aislado del mundo”, que vive en “un entorno asfixiante y claustrofóbico”. Todos los caminos para salir de esa situación empiezan por dar un giro de 180 grados desde el callejón sin salida del aislamiento autoimpuesto, asegura. |
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