El miedo no es exclusivo de Halloween, ni es propio de la ficción.
Hay temores que son reales, en los que no hay trucos ni tratos. Situaciones terroríficas y que dan miedo de verdad.
El miedo es escuchar cómo caen las bombas por toda la ciudad y no saber si la próxima caerá en tu casa.
El miedo es no saber si podrás volver a comer tras una sequía o si, inundaciones como la de estos días en Valencia, arrasarán con toda tu vida.
El miedo es no saber si volverás a hablar con tus padres o si volverás a ver a tus hijos.
El miedo es encontrarte en mitad del océano, sin gasolina para continuar el viaje y que solo haya agua, silencio y oscuridad a tu alrededor.
El miedo es esconderte para besar a tu pareja, para amarla como quisieras o cogerle de la mano, porque en tu país no tienes derecho a hacerlo.
El miedo es sentir que siempre hay alguien que te espía o algo que te persigue, porque ya tienes el miedo metido en el cuerpo.
El miedo es vivir una película de terror, de la que no puedes escapar con solo apagar la tele.
Y el miedo es que la realidad supere la ficción. Porque la realidad es que hay niños y niñas que no solo en ocasiones ven muertos, y hay matanzas que no son en Texas, sino en Gaza, en Colombia o en Sudán.
Cada año hay millones de personas en el mundo que se ven forzadas a huir de situaciones terroríficas, que escapan de conflictos, de la violencia o la persecución, y que se enfrentan a horrores que nadie debería vivir.
En CEAR sabemos que, para las personas refugiadas, los miedos no son cosa de Halloween y trabajamos cada día para que tengan asegurados sus derechos y la protección que necesitan. |
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