El hambre y la desnutrición es uno de esos monstruos a los que nos enfrentamos cada año y una de nuestras principales líneas de intervención médico-humanitaria.
Saber que tres millones de niños y niñas mueren cada año por esta enfermedad o por causas relacionadas con la misma nos asusta y preocupa mucho. Por eso, además de trabajar en emergencias nutricionales (como ahora en Sudán y países fronterizos, en Gaza y en Nigeria), allí donde existe riesgo de desnutrición grave distribuimos de forma preventiva suplementos alimenticios a los niños y niñas más vulnerables, para impedir que su estado se deteriore todavía más.
Combatir a ese monstruo que arrebata la ilusión e incluso el futuro a tantos niños y niñas sigue siendo uno de nuestros principales retos, y te aseguramos que no vamos a dejar de trabajar para ahuyentarlo.
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