Un dolor profundo
Yady Vanesa Fernández
Yady Vanesa Fernández
Érase una vez una joven colombiana llamada Gloria. Una adolescente de unos quince o dieciséis años, un rostro hermoso y moreno unos ojos verdes, grandes e inquietos que reflejaban en su mirada transparente y tímida, el miedo y el dolor por el pasado y el presente.
Gloria dejó Colombia un día oscuro y de lluvias torrenciales y tuvo que romper con muchos recuerdos para poder llegar y empezar en otro país con unas costumbres tan distintas a las suyas. Allá en unas laderas de Cali dejó todas sus memorias y también a la gente que cuando niña la había querido.
Llegó el momento de cambiar la rutina y lo hizo en un instituto nuevo llamado IES Vecindario en la isla de Gran Canaria con mucha gente extraña que la miraba como una extraña.
El primer día de clase en ese instituto se sintió algo feliz porque había conseguido ella y su madre emprender una aventura cargada de más posibilidades, pero algo tuvo que pasar y todo comenzó así. Gloria estaba charlando con una de las compañeras que se había acercado a ella para saber de qué país venía, cuando de repente un par de chicas se acercaron y empezaron a insultar y a amenazar a la joven colombiana.
La más grandullona que tenía toda la pinta de ejercer de jefa le dijo:_ ¿Tú que haces en este centro? Tú eres una extranjera, inmigrante de mierda. No mereces estar aquí. Lárgate a tu país.
Gloria no puedo reaccionar. Su mente se paralizó y su cuerpo dejo de sentir (...) Después de unos segundos de ausencia no paraba de preguntarse una y otra vez.
_ ¿Por qué me dicen eso? Yo sé que no es cierto.
Las chicas se marcharon pasados unos minutos, pero a Gloria le habían clavado en el alma una estaca impregnada de miedo. Ese incidente en el instituto había transformado el cuerpo de Gloria en un flan tembloroso cada mañana al cruzar la puerta que en teoría le iba a facilitar encontrar o crearse un futuro con más posibilidades.
Un día no pudo más y reventó todo su miedo cuando las peleonas volvieron al ataque.
_ Eres una colombiana repugnante y no te mereces nada.Púdrete.
Gloria alzó su mirada triste, lenta y pausadamente intentando controlar su enojo y miedo y les espetó.
_ Sea blanca o sea negra o de cualquier otra raza. Al final todos somos personas libres y con los mismos derechos.
Aunque unos nazcan con el pan debajo del brazo y otros tengamos que llorar por coger un pedazo.
Ese día Gloria supo que les había dado una lección a unas chicas que estaban llenas de odio, resentimiento y miedo, mucho miedo.Las chicas la miraron y parecieron entender el mensaje. No dijeron nada durante semanas.
Después y poco a poco como midiendo sus pasos se fueron acercando queriendo hablar con Gloria.
El tiempo fue pasando siempre lleno de recuerdos de su otro país.
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