jueves, 2 de abril de 2009

EL PODER DE LA PALABRA (CUENTOS) 6ª Parte

Una lección
Zuleima Pérez Pérez


Les voy a contar una pequeña historia en la que la protagonista es mi mejor amiga, Estefanía. Una joven alta, de ojos azules, pelo rubio…Muy guapa la verdad.
Su posición económica era más que aceptable ya que sus padres tenían trabajos muy buenos. Con sueldos remunerados.
Estefanía creía que se merecía absolutamente todo lo que se le antojaba. Nunca valoraba el trabajo y esfuerzo de sus padres. Además cuando le veía algo diferente a alguien destrozaba lo suyo para comprar el último capricho.
Yo pensaba que ella tenía una enfermedad de esas raras que tiene la gente hoy en día llamada “envidia”,”codicia”…por que no soportaba ver a otra persona con algún aparato que ella no tenía. Un día la madre decidió que Estefanía debía ir de vacaciones a Mozambique al sur de África. Allí compartiría su espacio y su tiempo con cientos de niños huérfanos en una aldea de Maputo.
Estefanía no entendía nada. Además le preocupaba lo que iba a pensar la gente. Es más, ya se imaginaba a sus amigas riéndose de ella por que con todo el dinero que tenían los padres en vez de irse, por ejemplo, a París; pudiendo realizar su sueño se iba con los más despreciados del planeta.
Llegó el señalado día. Se despidió de todos sus colegas, como si se fuera a ir al mismísimo infierno con cara triste y apenada.
Al mes siguiente, cuando regresó de Mozambique vino a visitarme a mi casa. La percibí muy distinta por fuera, pero intuía que también por dentro. Fue entonces cuando empezó a contarme su experiencia. Lo importante que resultaron las primeras imágenes de África al tropezar con ojos de niña caprichosa y mimada. Como poco a poco fue dándose cuenta de lo que verdaderamente merece la pena en la vida.
Habló horas y horas de su experiencia en el viejo continente. Lloraba y luego reía inmediatamente. Ahora me habla continuamente de unas niñas pequeñas que la besaban y abrazaban cuando le ayudaban a comer algo parecido a arroz que ellos llaman “cuscús”. A veces se para en seco y luego continua y se ríe. Dice que siempre vuelven sus sonrisas infantiles a su memoria.
Con la experiencia de Estefanía también yo he aprendido muchas cosas nuevas.

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