El archipiélago en el sur del océano Pacífico se enfrenta a una crisis existencial. Muchas de sus islas tiene una escasa elevación y el mar está haciendo inviable la vida en ellas. Sus habitantes, como pasa a la mayoría de las personas, prefieren quedarse en su casa, pero el cambio climático es implacable y el Gobierno con ayuda de la ONU está empezando a reubicarlos.
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