La frontera oceánica del sur de Kenya y Tanzania está salpicada de espesos setos de manglares —sumideros indispensables de carbono y espectaculares ecosistemas repletos de vida— que parecen flotar como en un sueño sobre los lechos de los arroyos y las marismas. Estos robustos árboles y arbustos, así como las comunidades que dependen de ellos, forman parte de los planes de restauración respaldados por la ONU, que también contribuyen a reducir la pobreza y a crear resiliencia económica. |
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